No quiero idiotas en la familia

A un importante banquero se le presenta el pretendiente a la mano de su hija:


– Yo amaría a su hija aunque no tuviera un céntimo.
– ¿Eso es cierto?


– Se lo juro


– ¿Está bien seguro?


– Si, señor. Estoy bien seguro.


– Bautista, dice el banquero dirigiéndose al mayordomo, acompaña a este señor a la puerta. No quiero idiotas en la familia.