Llega un nuevo profesor a la universidad, trajeado y vistoso, a impartir un curso de
fisica fundamental. Desde la tarima popone a sus alumnos el siguiente problema:
Teniendo en cuenta el volumen que ocupan ustedes (yo no, que para eso soy
catedrático), la velocidad del rayo lumínico solar, la aberración del polvo desplazado
por la tiza y las vibraciones emitidas por mis cuerdas vocales, calculen la edad que
tengo.
Todos los alumnos tiemblan ante el problema, excepto uno que levanta la mano y dice
de inmediato: “cuarenta y cuatro”.
El catedrático se sorprende y pregunta:
¿y usted, cómo lo sabe?
Muy fácil. Tengo un hermano que tiene 22 y es medio idiota.