El jefe de una gran empresa necesitaba llamar a uno de sus empleados por un problema urgente con uno de los ordenadores principales
Marcó el número de teléfono de la casa del empleado y fue recibido con el susurro de un niño: “¿Hola?”.
Sintiéndose molesto por la inconveniencia de tener que hablar con un joven, el jefe preguntó: “¿Está tu papá en casa?”.
“Sí”, susurró la vocecita.
“¿Puedo hablar con él?” preguntó el hombre.
Para sorpresa del jefe, la vocecita susurró: “No”.
Al querer hablar con un adulto, el jefe le preguntó: “¿Está tu mamá ahí?”.
“Sí”, fue la respuesta.
“¿Puedo hablar con ella?”
De nuevo la vocecita susurró: “No”.
Sabiendo que no era probable que un niño pequeño se quedara solo en casa, el jefe decidió dejar un mensaje a la persona que debería estar allí cuidando al niño.
“¿Hay alguien allí además de ti?” -le preguntó el jefe al niño.
“Sí”, susurró el niño, “un policía”.
Al preguntarse qué estaría haciendo un policía en la casa de su empleado, el jefe preguntó: “¿Puedo hablar con el policía?”.
“No, está ocupado”, susurró el niño.
“¿Ocupado haciendo qué?” preguntó el jefe.
“Hablando con papá, mamá y el bombero”, fue la respuesta susurrada.
Cada vez más preocupado e incluso preocupado al escuchar lo que sonaba como un helicóptero a través del auricular del teléfono, el jefe preguntó: “¿Qué es ese ruido?”
“Un hola policía”, respondió la voz susurrante.
“¿Que esta pasando ahí?” preguntó el jefe, ahora alarmado.
Con una voz susurrante y asombrada, el niño respondió: “El equipo de búsqueda acaba de conseguir el hola-cobre”.
Alarmado, preocupado y algo más que frustrado, el jefe preguntó: “¿Por qué están ahí?”.
Aún susurrando, la joven voz respondió junto con una risita ahogada…
“Me están buscando”.