Una vieja está en la puerta de una casa queriendo tocar un timbre, pero ella no lo
puede tocar porque no lo alcanza, de repente llega un señor y muy amablemente se
ofrece:
Señora, buenos días, ¿En qué puedo ayudarle?
Por favor joven, ¿puedes ayudarme a tocar el timbre?
Señora, con mucho gusto, le respondió.Ya está señora, y ¿Ahora qué?
La señora le responde:
¡A correr!